Mónica Sardiña

“La idea que el hombre se hace de lo bello se imprime en toda su compostura, arruga o estira su traje, redondea o ajusta su movimiento, e incluso penetra sutilmente, a la larga, los rasgos de su rostro. El hombre acaba por parecerse a lo que querría ser”.

Charles Baudelaire

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En este trabajo aludo a los estereotipos femeninos y masculinos, para poner de manifiesto su naturaleza, frágiles como ideas y poderosos como imágenes. Utilizo iconos fuertemente asociados a la femineidad, tales como la belleza simétrica de un rostro, zapatos de tacón, vestidos en cuerpos esbeltos o desfiles de moda.También iconos de la masculinidad, como jugadores de rugby, vestidos con una ropa inequívocamente viril. Para ello trabajo una pintura no demasiado cuidada ni terminada, velada, con simetrías que tras una segunda lectura provocan cierta distorsión. En el conjunto fotográfico juego con el valor que se atribuye a la fotografía como convención de verosimilitud, a fin de mostrar como “real” aquello que no es más que un fotomontaje absurdo. Las radiografías funcionan en referencia a la imagen diagnóstica, científica, si bien adquieren cierto valor estético al sacarlas de su entorno y de su función original. En el simulacro de vídeo del desfile se muestra el ritmo suave y la armonía del movimiento de un cuerpo imposible. Los estereotipos de género [rosa, azul] quizás no son malos en sí mismos, pero se muestran inconsistentes ante la menor reflexión.